jueves, 7 de julio de 2011

Derechos de autor y torcidos también.

Imaginemos por un instante, que un fotógrafo hizo hace treinta años una gran foto que publicaron numerosos medios y se vio por todo el país. Imaginemos que ese fotógrafo ahora ya no tiene tanto éxito, y que su gran foto ya ha perdido totalmente el interés. Imaginemos que hay una sociedad en la que un grupo de amiguetes de un capitoste del Ministerio de Cultura, se dedican a cobrar una tasa a todos los que leen periódicos, libros o ven la televisión, fabricantes de papel y tinta, encuadernadores, etc. para que ese fotógrafo que ya no se ha esforzado nunca más en hacer una foto decente, cobre de esta sociedad un importante "pastizal".
Si eso fuera así, sería el chollo del siglo y evidentemente acusaríamos al fotógrafo y sus amigos de ser unos caraduras y vivir del cuento. Pero no es cuestión de echar imaginación, lo que acabamos de describir es lo que lleva años ocurriendo en la SGAE y seguramente en otras entidades de gestión de derechos.
Cada vez que grabo un DVD con mis fotos para entregarlas a un cliente, la SGAE se lleva, desde el año 98, sesenta céntimos para pagar a Ramoncín por los derechos de "El rey del pollo frito" que publicó en 1977, a pesar de que este artista vendió el año pasado la friolera de 27 copias de sus discos en toda España.
Entre impresoras, tarjetas de memoria, ordenadores, discos duros, lectores de tarjetas, CDs y DVDs, etc. un fotógrafo profesional que usa ese material para la ejecución de su trabajo, paga a la SGAE un dinerito curioso todos los años, para que una serie de auténticos y genuinos vagos lleven a cabo toda la trama de trapicheos que hemos ido conociendo estos días para vivir como majarajás.
La Ministra Sinde se lava las manos, ya le advirtieron de Europa que la aplicación indiscriminada del canon era ilegal y pasó de puntillas sobre el tema,. Ahora la putrefacta cúpula que gestiona la cultura "oficial" en este país se ha visto metida en su propia basura hasta los ojos y la señora ministra se vuelve a lavar las manos.
Abordar una necesaria modificación del canon, de la recaudación, gestión y distribución de los derechos de autor, una estricta fiscalización a las entidades de gestión, y dar una clara explicación a toda la ciudadanía es labor de un Ministerio de Cultura, que ha demostrado ser uno de los más incapaces de todo este gobierno y de los precedentes, con una ministra al mando más preocupada por airear sus escarceos con Bob Dylan que de mirar por la cultura y los creadores actuales de este país.