jueves, 8 de noviembre de 2012

Mierda enlatada


Un replicante le dijo al que iba a ser su captor: -"Yo, he visto cosas que vosotros no creeríais"- poco más o menos como Roy Batty al final de su existencia se siente aquel que encuentra en las postrimerías de una existencia creativa un contacto más o menos mundano con el hilarante mundo del arte contemporáneo.
Dice el poeta y filósofo, y  a la sazón profesor titular de estética y teoría de las artes, Ilia Galán, que el arte contemporáneo, ni es arte ni es contemporáneo. Argumenta Galán que si la "caca" de Piero Mazoni metida en una lata, es arte, por que no lo va aser la suya. Su "caca" es igual de buena que la del artista, pero no vale lo mismo enlatada. Si el pintara igual de bien las escenas de café como las pintaba Toulouse Lautrec , seguro que valdrían algo más que sus defecaciones preservadas por el milagroso proceso de la pasteurización.
La vorágine insaciable del mercado del arte (con las connotaciones que en estos tiempos que corren le vamos descubriendo a la palabra mercado), ha consumido los recursos estéticos del arte y se alimeta ya de su propio deficit creativo. La estética (o anti-estética), como elemento fundamental asociado al concepto de arte se ha ido disociando de este último. Actualmente, en una sociedad de consumo rápido, la estética como elemento subyacente en el arte se ha sustituido por conceptos como la novedad, la innovación y la sorpresa. Todos estos nuevos elementos que aparecen para poner en valor el arte contemporáneo son elementos de una fugacidad intrínseca que desvirtua la verdadera vocación del arte en favor del concepto de creación.
Efectivamente hablamos de creación artística, cuando realmente nos referimos más al resultado de un proceso creativo que artístico. Cagar en una lata puede ser creativo pero no artístico.
La innovación y la constante necesidad de sorprender hace que se justifique la fealdad en una versión postmoderna de la aseveración de Maquiavelo de que el fin justifica los medios.


En definitiva el mundo del arte ha llegado a un pacto tácito en el que "todo vale" de forma que si la mierda de Mazoni metida en una lata desde 1961 es arte, ¿por qué no lo va a ser un cadaver disecado y cortado a rodajas?. Desde que Duchamp puso un urinario ordinario boca arriba y lo puso en un museo, se dió el pistoletazo de salida a justificar cualquier cosa. Fijense ustedes que el fabricante de urinarios llevaba 30 años haciendo obras de arte y no lo sabía...
Realmente acaberemos como el pobre Roy, viendo cosas que vosotros no creeríais, con la diferencia de que el se refería a cosas fantásticas, bellas y sorprendentes, lo que nosotros vemos que no se creería nadie es... bueno, arte no, quizá otra cosa...