jueves, 14 de abril de 2011

Retratamos el mundo que nos piden, no el que vemos.

La cosa ha saltado en facebook a través del enlace a una noticia en el que se cuestionaba la "honorabilidad" del premio Fotógrafo Sueco del Año, concedido a Paul Hensen por la foto de la niña Fabienne Cherisma muerta a tiros en Haití.
La foto hubiera sido una de tantas más premiadas recientemente con la muerte como tema de no ser por la aparición en escena de la foto de Nathan Weber en la que al menos siete fotógrafos se arremolinan frente al cuerpo para tomar la instantánea.
Se han vertido opiniones de todos los tipos. Que si matar al mensajero, que si buitres al olor de la carroña, que si la necesidad de informar, que si mercenarios a las órdenes de Murdoch...
Lo cierto es que es necesario que el mundo entero conozca las tragedias (y las alegrías), que suceden por todo el mundo, que para eso están los reporteros gráficos y los medios de comunicación para los que trabajan. Al fin y al cabo son los medios los que mandan a sus reporteros a según que sitios a hacer según que trabajo y les publican según que fotos.
La muerte vende más periódicos que el carnaval, y ese es el fin último de los medios que son empresas al fin y al cabo, la muerte gana más World Press Photo que el carnaval, es la cultura que se nos ha inculcado desde que la guerra de Vietnam fue transmitida en directo a todo el mundo.
Cuando Hansen o uno de los demás fotógrafos que fotografiaron a Fabienne estaba tomando la instantánea, además de en el horror del instante, estaba pensando en la felicitación de su director al transmitir la foto, y en que podría ser una buena candidata a un premio ese año.
Es, como digo, la cultura de la muerte en la información, dicen que Kevin Carter se quitó la vida después de deprimirse profundamente al pasar rodeado de hambre, miseria y muerte varios años mientras trabajó para The New York Times.
Cuando Carter tomó la imagen que le persiguió toda su vida, en uno de los peores momentos de la hambruna en África, la imagen había sido tomada en las inmediaciones del feedpoint donde se repartía comida de Cruz Roja (el niño lleva una de las pulseras que confirma que estaba en el plan de alimentos de Cruz Roja), los buitres acudían al lugar por la propia comida y por la basura (nunca a comerse a ningún niño), pero la imagen le costó a Carter insultos, y menosprecios. Unido a su situación delicada, las consecuencias de la imagen provocaron que Carter se quitara la vida, sin embargo el niño de la foto sobrevivió al hambre y al propio Carter.
Se ha criticado por unos y loado por otros, que en el desastre de Japón no se estén ofreciendo imágenes de muertos, dicen que es una cuestión de moral y ética de los propios japoneses. Japoneses que no tuvieron ningún reparo en fotografiar y publicar la muerte a mansalva en Haití.
Todo este tema de la ética periodística es algo subjetivo, depende a quien afecte, a quien interese, las grandes corporaciones deciden si la muerte vale o no vale. No olvidemos que estamos inmersos en el denominado "negocio de la comunicación". No solo son los resultados del EGM, sino las relaciones institucionales y comerciales de los Murdoch de este mundo con otras empresas y paises. En nuestro caso, aunque no lo creamos, no somos nosotros los que decidimos sobre nuestras fotos, es la empresa, la ambición de prestigio y la cultura inculcada, la que decide por nosotros.Retratamos el mundo que nos demandan, no el que vemos.